Continúa el tremendo destrozo deportivo y económico de nuestro equipo. Aún intentando asimilar esta nueva decepción, en medio de una lluvia de pensamientos, llego a la conclusión de que quizá podría llegar a entender al máximo accionista. Sin formación académica, con lo justo de cultura, escalando y escalando llegó a convertirse en poco menos que un dios. Su ego fue creciendo al calor de masas enfervorecidas entregadas a "lo que diga Donmanué". El absoluto magnate del Betis hacía y deshacía a su antojo, dentro o fuera de la legalidad -ya se verá-, siempre con el beneplácito de la mayoría de los béticos. Todas sus gracias eran reídas. Las promesas incumplidas nunca importaban. Fue proclamado presidente perpetuo. Lopera por los siglos de los siglos.
De repente un día, en la Champions, se empezó a poner el ambiente en su contra. No podía entenderlo, ¡en Champions!. ¿Qué les pasaba a sus criaturitas? En pocos años se ha pasado de un polo al otro, sin que él pueda evitarlo. Simplemente ha seguido haciendo lo de siempre, y ¿por qué no?, si con esa gestión antes era aclamado, ¿para qué cambiar? En su intento por que las aguas vuelvan a su cauce, lo va estropeando cada vez más. En su círculo más cercano, los que se dieron cuenta se quitaron de en medio a tiempo. Lógico. Lo que resulta incomprensible es que nuevos palmeros hayan decidido unirse él, que practica una gestión unipersonal degenerativa, de derrumbre del Betis. Hasta se declararán béticos. Y ahí siguen, reventando la ilusión de cientos de miles de personas. Esos son aún peores que él.
domingo, 20 de junio de 2010
lunes, 14 de junio de 2010
Si aún queda algo de justicia
En el autobús-velatorio de vuelta no entraba ni un ápice de esperanza por la ventana. Todas las cabezas agachadas, negando, no puede ser; otro año en Segunda. Habíamos dado una nueva muestra de lo que es la afición del Betis. Qué digo afición, devotos. Sólo así se le puede encontrar alguna explicación a que semejante marea humana se plante en Salamanca para ver un partido de Segunda. Aún a sabiendas de que su equipo es muy malo y sólo una carambola poco probable permitiría celebrar el ascenso. No era la final de la Champions, ni de la Europa League, ni de la Copa, ni la última jornada en la lucha por la Liga, o por entrar en Europa. Pero allí que nos fuimos una muchedumbre histórica, otra más, ataviados en colores verdiblancos para estar con el Betis en el purgatorio. Que por favor se dejen de rollos y comparaciones, es imposible que otro equipo del mundo pueda presumir de un cuerpo de devotos ni siquiera parecido.
Ayer todo se veía tan oscuro como los campos extremeños que de madrugada surcaba nuestro autobús. Pero los comentarios jocosos de los ateos futboleros y chaqueteros oportunistas me han hecho convencerme de que vamos a subir. El Hércules no va a ganar en Irún. Aunque con pocas opciones de salvarse, los vascos se juegan el descenso y van a pelear hasta la muerte. Los alicantinos cuentan con uno de los peores números de la categoría a domicilio. Su equipo está plagado de viejos peloteros con poca pinta de que vayan a dejárselo todo en el reducido y vetusto Stadium Gal irundarra. El Hércules no va a ganar. Y nosotros pondremos de nuevo a reventar la parroquia de los béticos. La llenaremos de vítores, de alegría, de apoyo pero, sobre todo, de fe. De la que mueve montañas. De la que mueve el sentimiento verdiblanco.
Si aún queda algo de justicia en este mundo, el sábado a las 8 de la tarde el Real Betis será equipo de Primera División. Su afición no ha dejado nunca de serlo, allí le espera.
Ayer todo se veía tan oscuro como los campos extremeños que de madrugada surcaba nuestro autobús. Pero los comentarios jocosos de los ateos futboleros y chaqueteros oportunistas me han hecho convencerme de que vamos a subir. El Hércules no va a ganar en Irún. Aunque con pocas opciones de salvarse, los vascos se juegan el descenso y van a pelear hasta la muerte. Los alicantinos cuentan con uno de los peores números de la categoría a domicilio. Su equipo está plagado de viejos peloteros con poca pinta de que vayan a dejárselo todo en el reducido y vetusto Stadium Gal irundarra. El Hércules no va a ganar. Y nosotros pondremos de nuevo a reventar la parroquia de los béticos. La llenaremos de vítores, de alegría, de apoyo pero, sobre todo, de fe. De la que mueve montañas. De la que mueve el sentimiento verdiblanco.
Si aún queda algo de justicia en este mundo, el sábado a las 8 de la tarde el Real Betis será equipo de Primera División. Su afición no ha dejado nunca de serlo, allí le espera.
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