Continúa el tremendo destrozo deportivo y económico de nuestro equipo. Aún intentando asimilar esta nueva decepción, en medio de una lluvia de pensamientos, llego a la conclusión de que quizá podría llegar a entender al máximo accionista. Sin formación académica, con lo justo de cultura, escalando y escalando llegó a convertirse en poco menos que un dios. Su ego fue creciendo al calor de masas enfervorecidas entregadas a "lo que diga Donmanué". El absoluto magnate del Betis hacía y deshacía a su antojo, dentro o fuera de la legalidad -ya se verá-, siempre con el beneplácito de la mayoría de los béticos. Todas sus gracias eran reídas. Las promesas incumplidas nunca importaban. Fue proclamado presidente perpetuo. Lopera por los siglos de los siglos.
De repente un día, en la Champions, se empezó a poner el ambiente en su contra. No podía entenderlo, ¡en Champions!. ¿Qué les pasaba a sus criaturitas? En pocos años se ha pasado de un polo al otro, sin que él pueda evitarlo. Simplemente ha seguido haciendo lo de siempre, y ¿por qué no?, si con esa gestión antes era aclamado, ¿para qué cambiar? En su intento por que las aguas vuelvan a su cauce, lo va estropeando cada vez más. En su círculo más cercano, los que se dieron cuenta se quitaron de en medio a tiempo. Lógico. Lo que resulta incomprensible es que nuevos palmeros hayan decidido unirse él, que practica una gestión unipersonal degenerativa, de derrumbre del Betis. Hasta se declararán béticos. Y ahí siguen, reventando la ilusión de cientos de miles de personas. Esos son aún peores que él.
domingo, 20 de junio de 2010
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