Mucho se está escribiendo durante la semana a cuenta de los números de Juan Pablo Caffa, quien a día de hoy destaca con el mejor registro de goles por minuto de la categoría. De Pepe Gálvez se dijo algo parecido a mediados de aquella temporada del hasta ahora último ascenso. Por tanto, este mérito debe quedar calificado como dudoso, cuanto menos.
El caso es que si por algo está llamando la atención Caffa este año es por comportarse como un futbolista extraño. No está gozando de demasiados minutos porque en los ratos que ha tenido su fútbol raramente le ha hecho merecedor de jugar más; si sigue participando es gracias a sus goles. Ha demostrado ser capaz de marcar llegando al segundo palo, con el pie y la cabeza, de falta y hasta directamente desde el córner. Tiene una zurda privilegiada con la que los rematadores se relamen cada vez que hay jugada a balón parado.
Al otro lado de la balanza destaca en lo negativo por su escaso desborde, lentitud y, en ocasiones, transmitir que está más fuera que dentro de los partidos. A pesar de ello, tiene muy buenas maneras, es elegante y parece capaz. Pero, sobre todo, desprende una endeblez física que alguna que otra vez hace sonreír a la grada al ver que tras dos carreras está asfixiado, “er Caffa acaba de salir y ya está quemao”. Además, cuando se encuentra con opciones de gol claras, le cuesta acertar con la jugada adecuada. Bien es cierto que si llega a esas situaciones es porque se desmarca y sabe leer los ataques. Si tan sólo fuera capaz de zafarse del lateral con más facilidad para centrar desde la banda, sería un extremo izquierdo más que interesante.
En definitiva, un jugador desbalanceado, con grandes virtudes innatas y evidentes defectos que parecen subsanables a base de entrenamiento físico y psicológico. Más le vale que los solucione pronto porque su sustento hoy son los goles, traicioneros amigos que desaparecen sin previo aviso. Necesita aportar fútbol para contar con un papel relevante en el equipo. Cualidades para ello tiene; con la ayuda de los técnicos, de él depende.
jueves, 15 de abril de 2010
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