Los medios locales se están encargando de recordar una y otra vez aquella eliminatoria del 94 en la que el Betis, en Segunda, eliminó al Barça del Dream Team en cuartos de final de la Copa. Está más que justificado puesto que el paralelismo es muy claro.
Por aquel entonces yo era un niño que no terminaba de entender el profundo beticismo de mi padre, aun habiendo estado ya en Villamarín en decenas de ocasiones. Tan sólo me consideraba seguidor de ese equipo que estaba en Segunda y que normalmente decepcionaba. El partido de ida terminó 0-0 de milagro, tengo la imagen de Julio Salinas fallando un gol clarísimo. En rueda de prensa se le preguntó a Johan Cruyff si el Betis tenía opciones de pasar la eliminatoria, a lo que el gurú holandés respondió un algo así como "por favor", con grandes dosis de suficiencia y prepotencia. Aquello hizo hervir por primera vez mi sangre verdiblanca. Lo habían intentado antes los amiguitos sevillistas de mi clase, donde yo peleaba en absoluta minoría. Y sin argumentos.
Recuerdo perfectamente el anuncio de Canal Sur para aquel mítico partido de vuelta. Intercalado entre imágenes del encuentro de ida aparecía un niño con la cara pintada de verde y blanco enseñando una pancarta que rezaba: "Tiembla Barça". Aquello se tomaba como una broma. Como la típica gracia de esos pobrecillos béticos buena gente que caían bien. Pero a mí me llegó muy dentro. Me lo creí. Al día siguiente en clase de una asignatura cuyo nombre no recuerdo, tocaba marquetería. Yo, el más torpe de la clase en esa materia, recorté con la segueta un trocito cuadrado de madera. Cuadroide más que cuadrado, mi habilidad no me permitía hacerlo mejor. Cogí un rotulador negro, otro verde y el blanco. Escribí y coloreé en la madera: "Tiembla Barça". La profesora, la sempiterna hermana Pureza, me desanimó con una importante reprimenda por perder el tiempo en clase.
Con la maderita me planté en mi casa a la hora de comer. La coloqué como pude en la librería donde estaba aquella tele marca Telefunken que en unas horas retransmitiría el choque por Canal Sur. Mi madre quiso quitar ese feo trozo de madera de en medio, pero gracias a mi padre allí se quedó durante el partido. Contaba cada segundo que faltaba para el pitido inicial. Toda la tarde velando armas. El final de la historia ya se conoce. Marcó Juanito mediada la primera parte. El Betis se colgó del larguero. Aguantó el bombardeo. Diezma lo paró literalmente todo. Los corazones se nos salían por la boca de la tensión. Y con el final del partido mi casa fue un clamor.
Aquel día fue mi bautismo en verdiblanco. Me hice definitivamente bético. Bético para toda la vida. Del Mucho Betis. Del Manque pierda.
domingo, 9 de enero de 2011
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