Llevamos a trompicones toda la temporada fruto de una planificación deficiente, como viene siendo costumbre en la casa. La destitución de Tapia estaba cantada desde que se anunció el nombre del entrenador. Los argumentos desde el banquillo para darle la vuelta a situaciones desfavorables no han existido, ni con uno ni con otro. Rachas nefastas de resultados siempre han seguido a varios partidos sin perder. Con más expulsiones que nadie por razones más preocupantes cuanto más se trate de encontrarlas. Sin canteranos de nueva hornada teniendo chavales en el filial pidiendo a gritos oportunidades. Por poner un ejemplo, Razak, portero menos goleado de Europa en casa; Ricardo, campeón amateur del Open de España de Golf. Hay otros ejemplos sangrantes, tanto en lo deportivo como en lo económico. Por todo esto, y mucho más, el bético vive en la desesperanza de saber que en Junio no habrá ascenso que celebrar.
Y a pesar de los pesares, el sábado se gestó un partido para traernos algo de esperanza. Tras la enésima roja derivada de una desaplicación defensiva por incapacidad o falta de tensión, el equipo se rehizo. Por primera vez esta temporada, ante un revés tan duro como un penalty y expulsión antes de los 5 minutos, el Betis se recompuso y se mostró como un grupo con ambición por ganar. El paradón de Goitia en la pena máxima y las genialidades exuberantes de Emaná levantaron al equipo, que se unió por completo a la causa.
Los 3 puntos y la brisa de esperanza ya estaban en la maleta. Pero a última hora, de una falta tirada desde Lanzarote, 2 puntos se escaparon y la brisa se quedó en las islas. Lástima. Para subir, a las contadas dosis de fútbol del Betis deberían añadirse algunas de suerte. Por lo que vimos el otro día, no podemos contar con ellas. Mal asunto.
domingo, 2 de mayo de 2010
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